Racionalismo y positivismo: diálogos, acercamientos y distancias
Rationalism and positivism: dialogues, approaches and distances
Fecha de recepción: 09 de junio de 2024
Fecha de aprobación: 20 de agosto de 2024
José Alonso Andrade Salazar
Corporación Universitaria Minuto de Dios. UNIMINUTO.
jose.andrade@uniminuto.edu
ORCID: orcid.org/0000-0001-7916-7409
Resumen
Este artículo explora las relaciones y diferencias entre el racionalismo cartesiano y el positivismo de Auguste Comte, dos corrientes filosóficas que, aunque distantes en el tiempo, comparten ciertos objetivos epistemológicos. A partir del análisis de la duda metódica de René Descartes y su énfasis en la razón, se examina cómo el cartesianismo busca un conocimiento fundado en certezas claras y distintas, frente al positivismo, que se enfoca en la observación empírica y rechaza la especulación metafísica. Aunque Comte rechazaba los aspectos metafísicos de Descartes, ambos defendieron la creación de un sistema unificado de conocimiento que abarque todas las disciplinas. A través de una revisión de autores clave como Leibniz, Spinoza y Neurath, se destacan las influencias y tensiones entre estas corrientes, contribuyendo al entendimiento del legado filosófico de ambas.
Palabras clave: Ciencia, cartesianismo, epistemología, positivismo, racionalismo.
Abstract
This article explores the relationships and differences between Cartesian rationalism and Auguste Comte’s positivism, two philosophical currents that, although separated by time, share certain epistemological goals. Through an analysis of René Descartes’ methodical doubt and his emphasis on reason, it examines how Cartesianism seeks knowledge based on clear and distinct certainties, in contrast to positivism, which focuses on empirical observation and rejects metaphysical speculation. Although Comte rejected Descartes’ metaphysical aspects, both advocated for the creation of a unified system of knowledge encompassing all disciplines. By reviewing key authors such as Leibniz, Spinoza, and Neurath, the influences and tensions between these currents are highlighted, contributing to the understanding of their philosophical legacy.
Keywords: Science, cartesianism, epistemology, positivism, rationalism.
Es común en el campo investigativo adoptar un enfoque general que combine el cartesianismo y el positivismo, a menudo sin considerar adecuadamente las distintas condiciones y posibilidades que cada línea de pensamiento implica. Esta tendencia se debe a que ambos enfoques representan respuestas distintas a las cuestiones sobre la naturaleza del conocimiento y los métodos para alcanzarlo, lo que a veces lleva a una simplificación excesiva de sus diferencias y similitudes. Como resultado, se pueden pasar por alto matices importantes y aspectos específicos que son cruciales para una comprensión completa de cada apuesta.
Este fenómeno tiene como efecto la reducción de la riqueza epistemológica que cada enfoque ofrece, limitando la capacidad para evaluar de manera crítica y detallada los principios y métodos que fundamentan el conocimiento. La falta de distinción clara entre ambos sistemas puede llevar a interpretaciones erróneas o a una integración superficial de sus conceptos en la práctica investigativa. El artículo aquí propuesto le apuesta por un análisis más relacional, proponiendo una revisión crítica que respete las particularidades y las implicaciones de cada enfoque. Al abordar las filosofías de Descartes y Comte de manera diferenciada, se busca ofrecer una comprensión más precisa y completa de cómo estos paradigmas pueden contribuir al desarrollo del conocimiento en diversas disciplinas.
Cabe anotar que, el racionalismo y el cartesianismo han sido pilares fundamentales en la historia de la filosofía moderna, pero su relación, así como sus divergencias, ha generado amplio debate. René Descartes, uno de los fundadores del racionalismo, estableció un enfoque filosófico centrado en la razón como única fuente de conocimiento confiable (Cottingham, 1992). Sin embargo, la influencia del cartesianismo en otras corrientes filosóficas, como el empirismo y el positivismo, ha dado lugar a diversas interpretaciones sobre la viabilidad de su método dualista.
El cartesianismo parte de la duda metódica como vía para establecer una base sólida de conocimiento, con el famoso principio Cogito, ergo sum como fundamento de la certeza (Descartes, 1641). Para Descartes, el conocimiento debe ser el resultado de deducciones lógicas claras y distintas, alejadas de la experiencia sensorial. Por otro lado, el racionalismo comparte esta confianza en la razón, pero su alcance va más allá del enfoque cartesiano, abarcando un abanico de pensadores como Leibniz y Spinoza, quienes introdujeron nociones más amplias sobre las verdades necesarias y la interconexión del universo (Nadler, 2006). A pesar de compartir puntos clave, las diferencias internas dentro del racionalismo permiten identificar distancias significativas entre estos autores y Descartes.
En contraste, el positivismo de Comte, aunque surgió en el siglo XIX y se enmarcó en una corriente empírica, compartía con Descartes la aspiración de un sistema unificado de conocimiento. Comte rechazaba la especulación metafísica, centrándose en lo observable y verificable, pero reconocía la necesidad de un marco metodológico riguroso para alcanzar la certeza, similar a la preocupación cartesiana por la claridad (Comte, 1975). Aunque los enfoques difieren, ambos filósofos defendieron la idea de una ciencia universal que abarque la totalidad del conocimiento humano.
En lo epistemológico, las principales diferencias entre Descartes y Comte se manifiestan en sus posturas hacia la metafísica. Mientras Descartes aceptaba el dualismo mente-cuerpo, como base para explicar la realidad (Garber, 1992), Comte descartaba completamente la metafísica, considerándola irrelevante para la comprensión científica. Este rechazo influyó en el desarrollo posterior de corrientes como el neopositivismo, que adoptaron una postura aún más radical contra cualquier forma de especulación filosófica no empírica (Neurath, 1931). Estas posturas reflejan el alejamiento de Comte respecto al legado cartesiano, especialmente en cuanto a la ontología.
Conviene resaltar que, tanto el racionalismo cartesiano como el positivismo comtiano comparten una búsqueda por la certeza y el conocimiento universal, pero divergen en su metodología y en la naturaleza del conocimiento aceptado. Esta distinción entre razón pura y experiencia empírica no sólo marca la diferencia entre ambas corrientes, sino que también influenció el desarrollo de la filosofía moderna y la ciencia, aspectos que han dado forma a sus encuentros y proximidades, al tiempo que a tensiones subyacentes y errores interpretativos.
El enfoque es cualitativo de análisis bibliográfico y comparativo. Para ello, se revisaron fuentes primarias y secundarias relacionadas con el cartesianismo y el positivismo, incluyendo obras clave de René Descartes y Auguste Comte, también, estudios contemporáneos que exploran sus influencias en la investigación científica y filosófica. Se utilizó un análisis comparativo para identificar puntos de convergencia y divergencia entre ambos enfoques, prestando especial atención a cómo han influido en los diseños y modelos de investigación actuales. Este proceso permitió una reflexión crítica sobre las aplicaciones de ambos marcos teóricos en disciplinas emergentes como las ciencias de la complejidad y enfoques transdisciplinarios para enriquecer el análisis.
El cartesianismo, fundado por el filósofo francés René Descartes en el siglo XVII, se caracteriza por su enfoque en la duda metódica como base del conocimiento y su énfasis en la razón como herramienta fundamental para alcanzar verdades indudables. Descartes, en su Discurso del método (1637) y Meditaciones metafísicas (1641), propuso que el conocimiento debía ser sometido a una duda radical para descubrir verdades que no pudieran ser cuestionadas. La famosa frase Cogito, ergo sum (Pienso, luego existo) se convirtió en el contrafuerte de su filosofía, donde la existencia del sujeto pensante es la primera verdad incuestionable. Este enfoque racionalista influyó en el desarrollo de la filosofía moderna, planteando que el conocimiento verdadero proviene de la razón, no de los sentidos, que pueden ser engañosos (Descartes, 1996).
Es importante mencionar que, el método de duda metódica puede concebirse como una técnica sistemática para examinar la validez de las creencias y conocimientos, por lo que consiste en cuestionar todas las ideas preconcebidas, sometiéndolas a una revisión rigurosa para identificar aquellas que sobreviven a la duda. Al respecto, Descartes argumentó que cualquier cosa que pueda ser razonablemente cuestionada debe ser puesta en duda hasta llegar a una verdad indubitable, así, este proceso implicó una forma de escepticismo radical [duda de toda certeza, cuestionando incluso las creencias más fundamentales para alcanzar verdades indudables], donde incluso las percepciones sensoriales y las creencias más arraigadas son desafiadas. La duda metódica no es un fin en sí mismo, sino un medio para llegar a una base sólida de conocimiento, eliminando todo lo que sea incierto o engañoso. La aplicación de este método conllevó la aspiración a establecer una base firme para el conocimiento científico y filosófico, asegurando –como ya se dijo– que sólo aquellas verdades que resistan el escrutinio más severo sean aceptadas como válidas.
Asimismo, la frase Cogito, ergo sum es el resultado culminante de este proceso de duda metódica, puesto que, al dudar de todo, Descartes se dio cuenta de que la propia capacidad para dudar implicaba la existencia del sujeto que duda. Esta especie de insight llevó a la afirmación de que la existencia del yo pensante es una verdad fundamental e indudable. En este tenor, el Cogito funciona como un punto de partida seguro en la búsqueda de conocimiento, ya que, al ser consciente de su propio pensamiento, el sujeto confirma su propia existencia. Grosso modo, dicha afirmación proporciona una base consistente sobre la que Descartes construye el resto de su sistema filosófico, distinguiéndose claramente de otras formas de conocimiento que dependen de la percepción sensorial. Al centrarse en el pensamiento como prueba de existencia, Descartes establece un fundamento para la filosofía racionalista que ha tenido una profunda influencia en la teoría del conocimiento y la filosofía moderna.
Los antecedentes epistemológicos del cartesianismo incluyen el escepticismo filosófico de autores como Michel de Montaigne, quien cuestionaba la capacidad del conocimiento humano para alcanzar certezas absolutas, y las tradiciones racionalistas previas. Además, el contexto científico de la Revolución Científica influyó en Descartes, quien buscó establecer una metodología clara y rigurosa para el conocimiento, similar a los avances en matemáticas y física. La influencia del platonismo, con su énfasis en las ideas innatas y el conocimiento a priori, también está presente en el cartesianismo. Descartes intentó integrar este enfoque con la nueva ciencia empírica, estableciendo una distinción clara entre mente y cuerpo, lo que más tarde sería conocido como dualismo cartesiano (Cottingham, 1986).
Posteriormente, el cartesianismo fue desarrollado por autores como Nicolas Malebranche (1997), quien expandió la idea de la relación entre la mente y Dios como mediador del conocimiento, y Baruch Spinoza (2002), quien, aunque criticó el dualismo cartesiano, mantuvo un enfoque racionalista en su sistema filosófico. El cartesianismo también influyó en Leibniz, quien defendió la existencia de verdades necesarias e innatas, aunque discrepaba en algunos aspectos sobre la naturaleza de la realidad y el conocimiento. Estos autores contribuyeron a la expansión y crítica de las ideas cartesianas, consolidando el racionalismo como una de las corrientes filosóficas más influyentes en el pensamiento moderno.
En cuanto a su relación con la ciencia, el cartesianismo fue fundamental en la formalización de un método científico basado en la deducción y el análisis matemático. Descartes fue pionero en el desarrollo de la geometría analítica, uniendo las matemáticas y la filosofía de manera inédita hasta entonces. Su visión mecanicista del universo, donde los fenómenos naturales podían explicarse mediante leyes físicas y matemáticas, influyó en el desarrollo de la física moderna, especialmente en la obra de Newton. Ergo, el cartesianismo promovió la investigación basada en la razón y la evidencia empírica controlada, a pesar de que la visión cartesiana inicial relegaba a los sentidos a un rol secundario (Garber, 1992).
3.1 Del positivismo y sus condiciones
El positivismo es una corriente filosófica que surge en el siglo XIX, principalmente de la obra de Auguste Comte, conocido como el padre del positivismo; así, sostuvo que el conocimiento debía basarse exclusivamente en hechos observables y medibles, dejando de lado cualquier explicación metafísica o teológica. En este sentido, se caracterizó por su enfoque en la experiencia empírica y la observación rigurosa como base del conocimiento científico. Como enfoque encontró sus raíces en el empirismo británico de pensadores como John Locke y David Hume, quienes argumentaron que todo conocimiento proviene de la experiencia sensorial. Además, los avances en las ciencias naturales durante la Ilustración también sirvieron como antecedentes epistemológicos, al consolidar la idea de que el conocimiento verdadero proviene de la observación y la experimentación (Ferrater-Mora, 2004).
Comte propuso que el conocimiento humano pasa por tres etapas: la teológica, en la que los fenómenos se explican mediante entidades sobrenaturales; la metafísica, en la que las causas abstractas y las esencias desempeñan un papel explicativo; y finalmente, la positiva, en la que los fenómenos se explican mediante leyes naturales observables y verificables. En esta última etapa, se abandona cualquier forma de especulación no verificable empíricamente, y la ciencia se convierte en el único medio para entender el mundo. Así, el positivismo estableció un marco para la construcción del conocimiento científico, donde la observación, la experimentación y la validación empírica juegan un papel crucial (Comte, 1975). Esta concepción del progreso del conocimiento fue fundamental para el desarrollo posterior del positivismo, especialmente en las ciencias sociales.
El neopositivismo, o positivismo lógico, surgió en la primera mitad del siglo XX con el Círculo de Viena, un grupo de filósofos y científicos que buscaban reformular el positivismo de Comte en términos más rigurosos. Autores como Rudolf Carnap y Moritz Schlick fueron clave en este movimiento, defendiendo que las afirmaciones científicas deben ser verificables mediante la lógica y la observación empírica. Para los neopositivistas, la filosofía debía alinearse más estrechamente con las ciencias naturales, eliminando cualquier tipo de afirmación metafísica o supuesta que no pudiera ser verificada. Sin embargo, el neopositivismo también enfrentó críticas, como las de Karl Popper (1959), quien argumentó que la ciencia no puede basarse en la verificación, sino en la falsación, es decir, en la capacidad de una teoría para ser refutada (Carnap, 1937).
En la actualidad, el positivismo sigue siendo influyente, especialmente en las ciencias duras y en la investigación cuantitativa. El enfoque positivista ha permitido la consolidación de métodos científicos basados en la observación, la medición y la validación empírica de hipótesis (Andrade, 2024). Así, se ha extendido a disciplinas como la psicología, la sociología y la educación, donde los estudios basados en la evidencia cuantitativa son cada vez más valorados. Además, la medicina basada en la evidencia, que depende de la validación empírica y los ensayos controlados, también está profundamente arraigada en el positivismo. No obstante, ha sido criticado por su reducción del conocimiento a lo empírico, ignorando otras formas de comprensión como las interpretaciones cualitativas o fenomenológicas (Hempel, 1966; Giddens, 1993).
3.2 Racionalismo y positivismo: acercamientos y distancias
La influencia del racionalismo cartesiano en el positivismo lógico de Auguste Comte es un tema complejo que ha generado debate entre los estudiosos. A primera vista, parece que las diferencias entre ambos filósofos son significativas, ya que pertenecen a tradiciones filosóficas separadas: el racionalismo de René Descartes se enfoca en la razón como fuente principal del conocimiento, mientras que, el positivismo de Comte prioriza la observación empírica y la ciencia. Empero, algunos autores argumentan que hay una conexión indirecta entre ambas corrientes. Descartes y Comte compartían la búsqueda de un sistema de conocimiento riguroso y fiable. Mientras Descartes usaba la duda metódica para alcanzar certezas indudables, Comte defendía un enfoque científico basado en la observación y experimentación empírica. Ambos, a su manera, aspiraban a un conocimiento cierto y verificable, aunque sus métodos y enfoques difieran significativamente (Cottingham, 1986; Garber, 1992; Giddens, 1993).
Un punto interesante de convergencia es la idea de una ciencia unificada. Descartes aspiraba a un sistema de conocimiento coherente y racional que abarcara todas las áreas del saber humano, y esta noción de unidad del conocimiento resuena en la propuesta de Comte de una ciencia universal y unificada. Comte (1975) sostenía que, todas las disciplinas, desde las ciencias naturales hasta las ciencias sociales, debían basarse en un método científico común, fundamentado en la observación empírica y el uso de leyes generales. Aunque Comte rechazaba el racionalismo especulativo en favor de un empirismo estricto, su propuesta de una unificación del saber se puede ver como una extensión práctica de la ambición cartesiana de construir un sistema de conocimiento integrador y totalizador (Ferrater-Mora, 2004).
Sin embargo, las diferencias entre ambos pensadores son igualmente significativas. Descartes privilegió la razón y el uso de principios a priori como base para su sistema filosófico, en cambio Comte, como positivista, rechazaba cualquier forma de conocimiento que no pudiera ser verificada empíricamente. Comte veía en la metafísica cartesiana un obstáculo para el progreso científico, afirmando que sólo a través de la observación y el análisis de los hechos se puede llegar a un conocimiento objetivo del mundo. Así, mientras Descartes buscaba verdades universales a partir de principios racionales, Comte se centraba en la construcción de leyes científicas basadas en datos observables, marcando una clara distinción entre el racionalismo y el positivismo (Hempel, 1966; Giddens, 1993).
Dicho de otra manera, aunque existen puntos de contacto entre el racionalismo cartesiano y el positivismo de Comte, particularmente en su aspiración compartida hacia un conocimiento sistemático y seguro, las diferencias en sus métodos y enfoques filosóficos son claras y puede resultar incorrecto asumir que el positivismo emerge como derivación en stricto sensu del racionalismo. Descartes fundamenta su epistemología en la razón pura, mientras que Comte encuentra en la observación empírica la base del conocimiento. Esto hace que la influencia directa del cartesianismo en el positivismo sea difícil de defender, aunque no se puede negar cierta afinidad entre ambos en cuanto a su objetivo común de construir un sistema de conocimiento coherente y verificable.
Tabla 1. Convergencias y divergencias entre el Racionalismo Cartesiano y el Positivismo Comtiano
Aspecto |
Racionalismo cartesiano |
Positivismo de Comte |
Enfoque metodológico |
Método de duda metódica: se basa en la eliminación sistemática de todas las creencias que puedan ser dudosas hasta llegar a una verdad indudable, fundamentada en la razón pura |
Método científico: se enfoca en la observación empírica y la experimentación como medio para obtener conocimiento verificable y objetivo. Comte rechaza la especulación metafísica |
Naturaleza del conocimiento |
El conocimiento se fundamenta en la razón y las ideas innatas, derivadas de la mente individual y los principios lógicos autoevidentes. La certeza se obtiene a través de deducciones racionales |
El conocimiento se fundamenta en hechos observables y verificables mediante la experiencia empírica, descartando la metafísica y la especulación teórica. Comte prioriza lo verificable sobre lo abstracto |
Universalidad del conocimiento |
Descartes aspira a un sistema de conocimiento universal, basado en principios racionales aplicables a todas las áreas del saber, desde la matemática hasta la filosofía |
Comte postula una ciencia unificada, donde todas las disciplinas, tanto naturales como sociales, deben basarse en un método científico común, integrador y empírico |
Enfoque filosófico |
Dualismo cartesiano: separación entre mente (res cogitans) y cuerpo (res extensa), con una prioridad de la mente y la razón sobre la experiencia sensorial |
Positivismo: rechaza la metafísica y los conceptos abstractos, enfocándose en la ciencia como la única fuente legítima de conocimiento, obtenida mediante la observación y el análisis empírico |
Nota. Elaboración propia.
El cartesianismo y el positivismo han dejado una marca profunda en los métodos de investigación, influenciando la forma en que se diseñan modelos y enfoques. El cartesianismo, basado en la duda metódica de René Descartes, enfatiza un proceso riguroso para validar el conocimiento, lo que ha afectado cómo se desarrollan teorías y modelos en varias disciplinas. Este enfoque ha promovido un análisis deductivo y lógico, esencial para construir teorías robustas en campos como la inteligencia artificial (IA), donde se crean sistemas complejos a partir de reglas lógicas precisas (Russell & Norvig, 2016). Por otro lado, el positivismo, con su énfasis en la observación empírica y la experimentación, ha moldeado las prácticas en la biotecnología y otros campos científicos, donde la validez de los resultados se asegura a través de datos verificables y experimentos controlados (Berg & von Schomberg, 2011).
La influencia del positivismo es evidente en los diseños de investigación que priorizan la recolección de datos y la aplicación de métodos estadísticos para validar hipótesis. Estos métodos se centran en la obtención de evidencia objetiva y replicable, reflejando la herencia del positivismo en la estructura de estudios científicos y experimentales. A su vez, el cartesianismo ha promovido un enfoque riguroso en la validación de teorías mediante la lógica y la deducción, aspectos fundamentales en la investigación científica moderna. La interacción entre estos enfoques ha contribuido a la evolución de metodologías que integran tanto principios racionales como empíricos para resolver problemas complejos.
Asimismo, las ciencias de la complejidad han emergido como un escenario multidimensional de encuentro inter y transdisciplinar que desafía, reconoce y valora diversos aportes y elementos del cartesianismo y el positivismo, pero, sin reducirse a ellos por lo que trascienden sus insuficiencias y limitaciones acudiendo al religaje y diálogo entre saberes, la integración de perspectivas dialógicas, la creación colectiva de saberes integrativos y complejizantes y una perspectiva en apertura a lo emergente, recurrente y reorganizacional en relación a la ideas y el conocimiento (Andrade, 2024a). Estas apuestas se enfocan en comprender sistemas complejos y no lineales que precisan de una mirada holística de sus interacciones, religajes, multidimensionalidad y dinámicas operativas (Heylighen, 2008). Así, la integración de diversas perspectivas epistémicas, así como también de metodologías emergentes permite a los investigadores abordar fenómenos que no logran ser explicados única e insularmente a través de enfoques tradicionales. Esta perspectiva, también facilita la creación de apuestas explicativas que se extrapolan a la comprensión de la complejidad inherente en sistemas naturales y sociales, demostrando cómo la combinación de diferentes aspectos puede enriquecer la comprensión de problemas complejos.
El enfoque transdisciplinario ha sido enriquecido por la combinación de cartesianismo y positivismo, promoviendo una integración de diversas metodologías y perspectivas para abordar problemas complejos. Por ejemplo, en campos como el cambio climático, este enfoque permite combinar modelos predictivos basados en principios racionales con datos empíricos recogidos a través de investigaciones positivistas (Hulme, 2009). La capacidad para fusionar diferentes tipos de conocimiento facilita el desarrollo de estrategias más efectivas y comprensivas, reflejando cómo la transdisciplinariedad puede superar los límites de los enfoques metodológicos tradicionales.
Asimismo, las metodologías transmetodológicas y transdisciplinares también se benefician de la integración de cartesianismo y positivismo (Andrade, 2024b, 2024c). Estas metodologías permiten una combinación de enfoques lógicos y empíricos para abordar problemas desde múltiples perspectivas, creando un marco más flexible y adaptativo para la investigación. En este contexto, la colaboración entre disciplinas y la aplicación de métodos diversos ayudan a generar soluciones innovadoras y comprensivas para problemas complejos, destacando la importancia de un enfoque multifacético en la investigación.
Así, tanto el cartesianismo como el positivismo han influido significativamente en el desarrollo de metodologías de investigación. De suyo, la combinación de sus principios ha enriquecido campos emergentes como las ciencias de la complejidad y los enfoques transdisciplinarios, mostrando cómo la integración de diversos enfoques puede avanzar el conocimiento y ofrecer soluciones efectivas a problemas complejos. A la fecha, esta fusión de perspectivas y metodologías continúa siendo crucial en la evolución de la investigación científica y aplicada.
El cartesianismo y el positivismo presentan enfoques distintos sobre la obtención del conocimiento, reflejando las tensiones entre razón y empirismo. Descartes, con su método de duda metódica, enfatiza la necesidad de una base segura para el conocimiento, fundado en principios claros y evidentes. Su influencia en la filosofía racionalista establece un modelo de certeza que ha impactado profundamente en la teoría del conocimiento. Por otro lado, Auguste Comte, al desarrollar el positivismo, se centra en el método científico y la observación empírica como únicos medios válidos para alcanzar el conocimiento, descartando las especulaciones metafísicas. Esta divergencia subraya una evolución en la comprensión de cómo validamos el conocimiento y la importancia de la experiencia en la ciencia.
Las diferencias entre el cartesianismo y el positivismo ilustran un cambio significativo en la epistemología moderna. Mientras Descartes busca fundamentos absolutos y universales a través de la razón, Comte propone un enfoque más pragmático y basado en la observación de hechos verificables. Este contraste refleja la transición de una filosofía centrada en la razón pura a una que prioriza la evidencia empírica. A pesar de sus diferencias, ambos enfoques han dejado una marca duradera en la epistemología y las ciencias sociales, mostrando cómo la búsqueda de certeza ha tomado formas diversas a lo largo del tiempo.
El análisis de las contribuciones de Descartes y Comte revela cómo sus filosofías han dado forma a la práctica científica y la comprensión epistemológica. Mientras Descartes estableció las bases para la metodología racionalista, Comte avanzó hacia un modelo científico más riguroso, destacando la importancia de la observación empírica. Este contraste no solo ilustra la evolución del pensamiento filosófico, sino también cómo las ideas de cada uno continúan influyendo en las disciplinas modernas. La combinación de estas perspectivas ofrece una visión más completa del desarrollo del conocimiento y su aplicación en la ciencia.
Conforme a lo dicho, para avanzar en la comprensión de la relación entre racionalismo y positivismo, es recomendable explorar cómo estas filosofías pueden integrarse en un marco interdisciplinario. Por ello, investigar el diálogo entre la razón y la experiencia no sólo enriquece la teoría del conocimiento, sino que también puede mejorar las prácticas de investigación. Un enfoque que combine la claridad racional del cartesianismo con la rigurosidad empírica del positivismo podría ofrecer nuevas perspectivas para abordar problemas complejos en ciencias sociales y naturales. La integración de estas perspectivas podría contribuir a una visión más holística y eficaz del conocimiento, permitiendo el desarrollo de métodos investigativos más robustos y adaptados a los desafíos contemporáneos.
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